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				     ¡Santa María, Madre de Dios!
Tú eres la servidora fiel del Señor, dichosa por  haber escuchado siempre su palabra, meditándola en tú corazón y dando fruto en  buenas obras. Intercede por nosotros, Madre del Rosario, y otórganos la gracia  de crecer en la santidad.
				     Tú que eres la llena de  gracia, acrecienta  nuestra fe, esperanza y caridad.
				     Madre de Cristo y Madre nuestra, que por la  meditación de los misterios de tu Hijo en tu santísimo Rosario obtengamos la  gracia de la perseverancia y el don inmerecido de la visión de Dios que, como  siervos inútiles, esperamos de su misericordia.